Álvaro
Noguera Urbina
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cortesia de laprensa.com.ni |
Haciendo fila para entrar a la feria, es imposible
establecer una conversación puesto el murmullo de la gente no deja platicar. Al
entrar unas lindas jóvenes te dan la bienvenida., mientras payasos y fotógrafos
te ofrecen sus servicios.
Es impresionante ver el mar de toldos que a lo lejos no
parece tener fin. Mujeres y hombres comerciantes enamoran a los clientes al
pasar; mientras, unos no deciden que comprar, pues su mirada refleja el deseo
de llevar todo lo que miran.
Artesanías de mil colores y formas, orfebrería y
metalurgia se combinan para deleitar la exquisitez o el deleite de los
admiradores y compradores de Microfer.
En el fondo, inconfundible es la música en vivo de Dimensión
Costeña y a mi lado el son nica interpretado por Carlos Mejía Godoy y los de
Palacagüina danzado por jóvenes del ballet folclórico Tepenahualt, mientras
niños y niñas esperan con ansias el debut del famoso payaso nicaragüense “Pipo”.
El olor inconfundible de la fritanga y de los tacos
mexicanos se te pegan a la ropa. Jóvenes, niños, adultos y ancianos se mezclan
en una procesión, que no es la de Minguito, sino de la feria que organiza año
con año Impyme, en honor a las fiestas agostinas de Santo Domingo de Guzmán,
Microfer.
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